lunes, junio 14, 2010

PEQUEÑOS PLACERES

Soy una persona que disfruta de las cosas pequeñas de la vida: el postre, los cinco minutos más después de sonar el despertador, una copa de vino tinto, el olor de las sábanas lavadas... y el baño.
Para mí el acto de bañarse constituye todo un ritual personal que me proporciona un momento de intimidad conmigo misma muy, muy placentero. El contacto con el agua caliente, los aromas que se intensifican con el vapor, la forma en que todo penetra en la piel húmeda.
Para aquellos preocupados por el medio ambiente diré que no me tomo en la regadera más de unos 5 minutos, pero el ritual de secarme, perfumarme, ponerme crema, desenredar mi cabello, vestirme... eso es un ritual que me encanta prolongar. Y a pesar de no tardar en la regadera me encanta prender velas, poner música relajante y sentarme un momento para sentir el agua cayendo.
Bueno, ahora ese ritual personal de placer ha desaparecido. Digo, sigo disfrutando el baño diario, pero el ritual no puede realizarse, al menos de la misma manera.
Para empezar, mi regadera ahora mide como medio metro cuadrado, por lo que aquello de inclinarse no es muy sencillo, y ni hablar de sentarse, porque no hay manera. Cuando una consigue enjabonarse sin que los brazos choquen contra las paredes ni los envases de champú y demás aditamentos salgan volando, es ya todo un logro. Además de todo está aquello de la hora. Nadie se baña en el mismo baño que yo, pero he aquí algunos dilemas: no puedo bañarme al mismo tiempo que alguien en el baño de arriba, porque les robo la presión del agua; no puedo bañarme por la mañana porque es cuando se bañan los dueños de casa; no puedo bañarme entre las 7 y las 8:30 porque a esa hora se bañan los niños de la casa; no puedo bañarme entre las 7:15 de la mañana y las 4:15 de la tarde porque estoy trabajando.
Dadas las anteriores restricciones me quedan unos cuantos minutos al día para correr a bañarmey luego correr a la pantalla de la lap top para hablar con mis amigos o mi familia a la hora convenida, quitándole todo el placer a mi maravilloso ritual.
No me queda más que esperar la ausencia de la familia para proveerme de algunos minutos extras, o en su defecto encontrar nuevos placeres. ¿Alguna sugerencia?

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