domingo, junio 13, 2010

CIUDADANOS DEL MUNDO

El tren aéreo se detiene en la estación. Abordamos. Me gusta elegir un lugar junto a la ventana, que me permita ver el recorrido, que siempre abarca un poco más de la mitad de la ruta completa. Tengo en la cabeza el sonsonete de una canción en español, y sin darme cuenta tarareo un poco, bajito. Finalmente saco un libro y me acomodo para leer.
Pasan algunos minutos y de repente un ruido familiar me hace levantar la cabeza de las páginas de las "Tres tazas de té": alguien habla en español. Dos hombres latinos conversan de regreso a casa. Vuelvo a mi lectura y me llama la atención un sonido áspero: la pareja de ancianos del asiento de adelante habla en alemán. Sonrío. De regreso a mi libro. De repente el tren se detiene y una voz en inglés avisa por el altavoz que habrá un retraso.
Me quedo pensando en la normalidad con la que aquí se ve esta mezcla de idiomas, culturas y personas. Cada vez que subo al tren o camino por las calles encuentro gente asiática, árabe, latina, europea... Todos nos miramos al pasar, a veces sonreimos, como sabiéndonos partícipes de una misma situación migratoria, como si fuera un lazo que nos une aún en nuestra mutua ignorancia del otro. Y almismo tiempo, al mirarnos, no nos vemos nunca.
¿Qué implica realmente ser ciudadano del mundo? ¿Nos miramos de lejos sin reconocernos? ¿Nos saludamos cortésmente sin involucrarnos? ¿Dónde está lo humano dentro de lo global? ¿O es que pido demasiado? ¿Es un sueño creer que esa ciudadanía global tendría que implicar un cuidado más genuino por el otro?

1 comentario:

K.P. dijo...

No es nuevo el pensamiento de que es más seguro no involucrarse. Quiero pensar que un día será más seguro involucrarse, involucrarse siempre para que nunca dejen de involucrarse con uno.